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Una columna de opinión — Winters Express

Por Daniel Lares
Especial para el Express

Fue en los años sesenta cuando un grupo de mexicanos llegó a ese desconocido y pequeño pueblo de Winters, California. Donde no conocíamos a nadie. Los ganaderos nos recibieron calurosamente donde necesitaban mano de obra. A los que íbamos llegando, unos rancheros nos facilitaban un lugar para vivir y trabajar y también el salario por hora que rondaba los $1.25.

Así que lo grabamos sobre vivir. Trabajábamos muchas horas y sin vacaciones ni paro. Logramos ahorrar algo de dinero; y dimos vuelo a la imaginación. Lo multiplicamos mentalmente y nos dio un fajo de billetes del lado mexicano porque si mal no recuerdo el cambio era un dólar por 12.50 pesos. Esto nos hizo pensar que trabajando un par de años reuniríamos suficiente dinero para iniciar un negocio en México y nunca regresar a California.

Olvidé mencionar que cuando llegamos a Winters estábamos acompañados por nuestras jóvenes esposas. Y esto generó toda nuestra estadía en este pueblito porque empezaron a nacer nuestros hijos. Empezaron a hacer amigos que al final los convertimos en compadres y para celebrar nuestro compadrazgo hicimos una fiesta en el parque de la ciudad. Y como nacieron muchos niños y muchas celebraciones también nos reunimos en fiestas patrias y fiestas religiosas.

Conocimos a muchos compañeros de trabajo y nuestra pareja hizo muchos amigos y comadres; y ya no podíamos volver a México con tanta frecuencia como los recién llegados y nuestra mentalidad empezó a cambiar. Nuestros niños pequeños entraron a la escuela. Los maestros nos decían que con tantos viajes a México no sabían bien el inglés y en México no los inscribíamos en la escuela; y el cambio de mentalidad surtió efecto.

Los que pudieron comenzaron a comprar su casa y otros se atrevieron a convertirse en ciudadanos estadounidenses. Muchos de los niños tuvieron la oportunidad de estudiar y disfrutar de un salario mejor que el nuestro. Me di a la tarea de recordar algunos apodos de amigos y compadres. Sé que se me escaparon algunos apodos. Lo que si se es que entre todos formamos un pueblo sin darnos cuenta y que juntos trabajamos por ello es gracias a este pueblo.

Las Familias que conocimos entre los años: Aguirre, Lizarraga, Alarcon, Lopez, Arellano, Lua, Arreola, Martinez, Arroyo, Melendez, Balderas, Michel, Bermudez, Montenegro, Carrasco, Nevarez, Cerros, Ochoa, Corralejo, Pedrego, Corrales, Plascencia, Elizondo, Quezada, Fragozo, Ramirez, Franco, Rodarte, Fuentes, Rodirguez, Garcia, Rosales, Gutierrez, Vaca, Guzman, Valadez, Hernandez, Valdivia, Jauregui, Villalobos, Jimenez and Zarate.

Porque puedo decir con orgullo que llegamos a este pueblo pura gente honesta y trabajadora; y para terminar esto a todas estas personas que conocimos directa o indirectamente. Quiero darme la oportunidad de decir gracias por haber compartido algunos momentos con ustedes, muchas, muchas gracias.

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